El problema de las juntas directivas
El problema con la gran mayoría de juntas directivas
En la gran mayoría de compañías se confunde el rol de la junta directiva. Muchas de ellas son simplemente reuniones con rituales versallescos, en donde un grupo de personas se sientan a comer pasabocas y hacerle preguntas difíciles al CEO para posar de inteligentes, y al final sólo terminan confirmando lo que ya sabían.
Pero lo más peligroso es cuando esa junta cree que es el órgano estratega de la compañía. Esto parte de una falacia propia de la planeación estratégica, y es que se asume que el estratega y el ejecutor son figuras distintas. Cuando se entiende que la estrategia es hacer, debería ser definitivo el rompimiento de este paradigma.
Ahora, el estratega tampoco es el CEO. El trabajo del CEO es construir la organización del futuro que todavía no existe, desde la organización del presente que sí existe. El verdadero estratega es la inteligencia colectiva de la organización misma, la cual se vuelve explícita por medio de conversaciones productivas y existenciales para revelar resultados no buscados, de modo que sea inevitable avanzar hacia esa teoría del negocio emergente
La junta directiva, entonces, al no ser estratega, lo que debe hacer es acompañar al CEO en su proceso de construir esa organización, sacándolo de zonas de sonambulismo o áreas de inconsciencia, y promoviendo conversaciones productivas que direccionen el crecimiento y desarrollo de capabilities. Cada miembro de una junta directiva tiene la responsabilidad de mantenerse relevante en entender y acompañar la estrategia que emerge de esa inteligencia colectiva que está chcoando con el mercado y que conoce el negocio más que nadie.